No entiendo y de hecho nunca lo
he entendido, ¿por que las personas quieren cambiar el mundo?, yo vivo muy a gusto
en el, voy interpretando, cambiando, sustituyendo o ajustando todo aquello que
no me gusta de mí y así, quiero creer que contribuyo lo suficiente.
Algunos disque pensadores nos
hostigan al cambio, ¿Cuál cambio? El que
añoran para ellos en el poder y desde ahí demostrarnos que todos somos iguales
cuando nos sentamos en la silla del poder, y brindarnos la oportunidad de
comprobar que justamente, carecen de todo lo que pregonan.
No comprendo como los que se
dicen estadistas, destinan sus pensamientos, intenciones, actitudes y hasta lo
peor de su pasión empujando un carro ajeno, año tras año, periodo tras periodo,
un carro ajeno, sí ajeno porque no nos pertenece, y hablo de la ignorancia de
las personas que deciden con su voto no razonado.
Que llegó primero ¿El hambre o la
ignorancia? Y, frente al hambre, aún podemos sostener que lo primordial es la
libertad que al parecer, es poca cosa cuando se trata de denostar lo que nos
falta y propiamente puntualizado, la
envidia que produce no estar en el presupuesto de todos los que se adueñan de
la expectativa falsa de servir al
desprotegido y curarle sus heridas ancestrales con amor y vocación.
Vocación de servicio, sería, si
realmente hubiera disposición para servir con pasión desmedida desde los muchos
espacios sin reflectores que hay para pensar en la desgracia ajena.
Los que olvidaron vivir por
atormentarnos y desgastar la palabra cambio, además de la amenaza constante de
continuar, solo quieren escuchar: cuando
llamarà a su puerta el cambio, si el cambio de suerte, donde el gerundio llena de
elegancia el cambio: “Dejar de joder para seguir jodiendo”
Balaustre
Balaustre
Asì somos los lunáticos. Si te estorbo ¡quítate!