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@yovaro2011-10-13
Escuché en un medio de comunicación que debido a las fallas técnicas en la comunicación instantánea de los usuarios de Blackberry… ”Hay familias que se reencontraron”, el comentario con humor y sarcasmo se entiende, principalmente si señalamos y recordamos lo que han significado los aparatos inteligentes en nuestra vida:
En 1997 escribí que estábamos perdiendo los detalles que impregnan personalidad y buen detalle como la oportunidad de escribir a puño y letra: una carta, felicitación o mensaje por que las computadoras y correos electrónicos se volvían parte esencial de nuestra vida, no imaginé que también podríamos olvidar la manera de comunicarnos cara a cara con las personas presentes y extrañar ausencias sin rostros, lo que demuestra que las palabras hacen sentir, lo que el físico en algunas ocasiones no es capaz de impedir que la imaginación se pierda en la añoranza.
El adelanto y evolución en el mundo de la tecnología permite gozar de una vida social virtual y constantemente se le culpa de provocar problemas en las relaciones físicas cercanas, en lo cual difiero, simplemente brinda la oportunidad de identificarse al encontrar o conocer modos de vivir, aprender, compartir, respetar, pluralidad y en la diversidad comparar; costumbre buena o mala que permite instalar la duda y en ella descubrir sensaciones agradables que motivan e incitan a la imaginación, puede iniciar por la necesidad de buscar información, compaginar la vida laboral y la constancia llevar sin advertirlo a disfrutar la dependencia de las conexiones.
No es la vida virtual lo que causa el conflicto en ciertas ocasiones a las parejas como se señala, es el uso que se hace de ella, ventilando las carencias existentes sin reconocer, el desconcierto radica en irritación, ira y frustración a quien se da cuenta que no es capaz de motivar: atención, dedicación y ser el dueño (a) de los pensamientos ausentes.
La convivencia continua en redes sociales y/o de información obliga a reconocer en algunas ocasiones: el tiempo sin calidad al conformarse con lo que hay, lo mucho que falta en las relaciones cercanas del mundo físico, evidencia y confronta el sueño con la realidad.
Te extraño y no te conozco, y puede suceder que estorbe quien esté sentado a lado, no unen los mismos temas, tampoco motiva encontrar el momento para hablar de aquello que en una red se es capaz de compartir: Hablar sola pero con compañía.
Pensar que las personas que utilizan las redes son más virtuosas es un error, lo que sí me parece muy real, la convivencia es difícil y desgasta las relaciones físicas: familiares, amistosas y de pareja.
La principal característica en la vida virtual es la oportunidad de practicar la prudencia cuando haces amistad, los complejos y defectos no alcanzan a compartirse con los amigos virtuales por la sencilla razón que se dedica y comparte lo mejor de tiempos cortos, el anonimato y la distancia favorece la alternativa de mantenerlo al desaparecer, caerse, ausentarse o guardar silencio cuando las molestias alcanzan.
La imprudencia caracteriza la convivencia en el mundo real, causante de falta de tacto y desconfianzas el mayor trastorno que suele provocar alejamiento en la convivencia diaria, influye en la decisión de irrumpir el espacio vital personal, traspasando los límites del respeto en los personalísimos y hurgar en los aparatos inteligentes tratando de encontrar en ellos la habilidad que se perdió o nunca se tuvo para provocar charla inteligente, confidencias, amistad, sueños, suspiros y medias sonrisas.
P.D. Somos sujetos obsesionados por las conexiones y temerosos de las ataduras. El País