Yolanda Valenzuela
(@yovaro)
25 de Enero, 2011
La mejor manera de decir adiós no existe, contemplarlo e imaginar la despedida solo posterga la desilusión de algo inevitable, de un camino que se inicia con el primer paso.
Veinte años de compañía muda y grandes momentos compartidos: Buenos ò malos, mitigador de ansiedad, nubes de humo envolviendo sueños, dueño de los primeros minutos del día y los últimos de la noche, amigo indispensable para acompañar: "DONDE LA REINA VA SOLA", una sobremesa sin él no es nada, fiestas, velorios, esperas, reencuentros, ¡siempre tú! En el hastío y la actividad el centro de atención, siempre bienvenido.
Hace tiempo me cuestiono: ¿Me acompañas? ò ¿Te acompaño?, la sola duda agrede el espíritu libre, he descubierto sentimientos de rechazo a tu invasión, la dependencia me encadena, impones tu presencia con sabotaje permanente manifestados en pretextos diversos, nulificando mi decisión de antojos y descubrir que nuestra compañía se volvió rutina, comprometí mi esencia para oler a ti.
Magnifiqué, sobrevalorando tu compañía fiel y hace tiempo te observo con detenimiento, al hacerlo descubro el arte de tu manipulación, no soportaría despertar un día y contemplar tu traición, no nos debemos nada porque nos disfrutamos en convivencia pacífica y sanamente; hoy hago el mejor momento para concluir nuestra relación.
Te extrañaré y al hacerlo recuperaré la congruencia de mis palabras con los hechos, las lapas y cadenas en la vida de las personas, saturan, obsesionan e invaden llenando de monotonía, rutina, dependencia y descontento desvirtuando el verdadero sentido de una relación: Desinterés, sinceridad y libertad virtudes que no se cumplen al desarrollar y aceptar la adicción al tabaco.
El ruiseñor se niega anidar en la jaula, para que la esclavitud no sea el destino de su cría. Khalil Gibran
