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EDITORIALES


Anudar el hallazgo


La historia del día en la palabra de hoy:


La palabra de ayer, la perdida, la del miedo, la excusa
La del mañana, con incógnita, magia e incertidumbre
Y una sola palabra con intensidad, anudar y vivir el hoy.


Siempre ahora.








(Iniciamos 366 historias)
08 de enero 2015

domingo, 29 de marzo de 2015

Porque no hay personas perfectas existen los perros








Porque no hay personas perfectas existen los perros 


Hoy como todos los días volvería elegir a mi Bella, la extraño en cada despertar, cada anochecer, la quería para toda mi vida.



Mi bella sabía aprender todo lo que con paciencia y atención le enseñaras una o dos veces para memorizar.


Cuando se encontraba un grillo, le daba tentación y volteaba buscando en mi mirada la aprobación para tomarlo como juguete, solo encontraba una mirada que le reforzaba el NO.




En verano con las primeras lluvias, ocasionalmente aparecían sapos o ranas y avisaba; me ladraba por la ventana, no era cualquier ladrido; eran rápidos y cortos, sabía que con un sapo no se juega. Después participaba de observadora, en el mismo ritual cada año, yo barría el sapo con cuidado y ayudada del recogedor lo retiraba, después lo depositaba en una caja y lo llevaba a un baldío cercano para dejarlo en libertad.



Y, lo siento por las aves, pero si pasaban volando bajo, era su último vuelo, la Bella les facilitaba el fin.


Me sentía y aún lo pienso, tengo deuda con las aves, las veces que con espasmos en el corazón levanté plumas de cuervos, gorriones, pichones y palomas. 


Unos por tomarle el agua y otros por robarle su comida. Los que más odiaba eran los cuervos que descaradamente hacían peripecias al borde del recipiente con agua, después se volteaban y le tomaban una croqueta y hábilmente metían el pico al agua para remojarla.


Siempre evité complicar su aprendizaje y disciplina con mensajes contradictorios, reprenderla por defender su alimento, el respeto a su presencia, no era justo, igual cuidaba mi seguridad, mi espacio y de todo lo mío que siempre supo, también era de ella. 


Todavía me duele el corazón al recordar que con dureza nunca dejé que el cariño de un extraño ni golosina la comprara. Ocasionalmente se lo recordaba, cuando mi mamá para probarla a ella o para retarme a mí le ofrecía  una salchicha y con la baba caída  y los ojos tristes permanecía a mi lado, a la voz de mi NO.



Lo mismo intentaba hacer con las personas, en su presencia no permitía que se acercaran a mí, menos abrazarme, y tenía razón, la sinceridad es dudosa.


Balaustre:
14 años de recuerdos e historias